Ni muros ni leyes detienen la migración

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28 / 08 / 2017

Cristian DonaEn el sobrecogedor poema “Hogar” la poeta de origen somalí Warsan Shire, escribe “tú solo dejas tu hogar/cuando tu hogar no te deja quedarte”. Este poema, escrito en medio de la crisis de la migración y refugio en el Mediterráneo, se ha convertido en un himno para quienes trabajan con migrantes. En éste, Shire, es capaz de describir de manera clara y desgarradora los peligros y razones de las migraciones contemporáneas.

La ley migratoria vigente, el DL 1094 de 1975, es una mala política, no por haber sido creada en dictadura. Es una mala política porque tiene como base y referencia la política migratoria de 1953 que concibe a la migración como una forma de mejorar la raza, discriminando por lugar de origen y por las características de los migrantes. Sobre todo porque considera al inmigrante como un enemigo, preocupación de los aparatos públicos de seguridad. Esta ley no ha impedido la llegada de inmigrantes, no por eso ha fracasado. La migración no se detiene por leyes ni muros. Esta ley fracasó porque no fue capaz de incluir a los migrantes en nuestra comunidad con iguales derechos y deberes.

La nueva propuesta de ley migratoria surgida de manera reactiva a una crítica política, también es una mala ley. Escrita de espaldas a las comunidades de migrantes, a los especialistas en el tema y a quienes trabajan directamente con migrantes, desconoce experiencias similares de construcción de leyes migratorias. Mantiene del DL 1094 la posibilidad de impedir la entrada de migrantes por razones de orden y seguridad pública. Esto posibilita convertir a ciertos migrantes en un enemigo del cual hay que protegerse. Cuando el estado invoca la seguridad en una ley sobre migraciones limita cualquier otra política que permita integrar a los migrantes. ¿Quién decide cuando un extranjero es un peligro para la seguridad pública? Si nuestra historia reciente nos enseña algo es que llegado el momento el gobierno de turno puede decidir que cualquiera es un enemigo.

A diferencia de lo que nos enseñaron en el colegio, la migración casi nunca es libre. Siempre está influenciada por miedos, falta de oportunidades, el hambre, la desesperación. Volviendo a Shire, “nadie pone a sus hijos en un bote/ a no ser que el agua sea más segura que la tierra”. Las migraciones van a seguir, nuestro trabajo es es construir una sociedad de acogida, donde los hacemos parte de nuestro país, los aceptamos como iguales, y no les tengamos miedo, ya que son seres humanos con nuestros mismos derechos.

Leer columna en El Mercurio de Valparaíso