El día en que el fútbol dejó de ser patrimonio de hombres en Chile

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10 / 06 / 2019

Cuando debuten en el Mundial de Francia, será la primera vez que un equipo femenino chileno llegue a esa instancia. Discriminadas y olvidadas por décadas, especialistas coinciden en que son para niños y niñas, un ejemplo real de una sociedad igualitaria.
El 16 de marzo de 2017, la selección Sub 17 lograba lo que fue calificado por la prensa de la época ‘una histórica clasificación’ al Mundial de la categoría en India. Habían pasado dos décadas desde que una selección de esta categoría no clasificaba a esa instancia.

Pero había un antecedente. En el Sudamericano 2010 de Brasil, la femenina Sub 17 obtuvo el segundo lugar, asegurando su participación en la Copa del Mundo en Trinidad y Tobago. ‘Duele’, reflexionó Iona Rothfeld, seleccionada nacional, en un artículo publicado en La Tercera. ‘Ni siquiera es que no nos valoren, sino que no existimos’, agregó, en alusión a la escasa difusión mediática de su hazaña deportiva.

La diferencia entre ser hombre o mujer y jugar fútbol en Chile, viene desde el colegio. ¿Cómo es jugar fútbol con jumper o falda? Muchas niñas lo juegan. Pero resulta más trabajoso que practicarlo con pantalones. Una diferencia cotidiana entre niños y niñas en muchos colegios. Un dato que puede ser irrelevante, pero que marca lo que socialmente desde pequeños implica esta disciplina entre los géneros: el fútbol patrimonio de hombres.

Hoy eso está cambiando. La selección femenina de fútbol de Chile el 2018 clasificó para el Mundial de Fútbol de Francia. Cuando debuten este mes ante la selección de Suecia, en el Grupo H, será la primera vez que un equipo nacional femenino adulto esté en una instancia de esa categoría.

Los deportes no tienen género. Pero el carácter predominantemente masculino de esta disciplina, en el mundo, y en Chile sin excepción, por décadas cerró las puertas a las mujeres.

Un logro que supera lo deportivo, y que, para Teresa Valdés socióloga feminista y coordinadora del Observatorio de Género, refleja cómo los avances en la participación de mujeres en distintos espacios también favorecen una mayor igualdad en los deportes. ‘Hace visible que las mujeres tenemos derecho a estar en cualquier parte, que no hay ningún espacio o ámbito vedado para el desarrollo de las mujeres’.

Pero, además, dice, rompe con los estereotipos. Y en este caso, señala, probablemente uno particularmente difícil, ‘porque el fútbol es sentido como un patrimonio de hombres, y ahora queda claro que como es un juego, esto no es patrimonio exclusivo de nadie’.
Olvidadas

La selección femenina se mira diferente. La sociedad valora y reconoce la condición profesional de sus integrantes, destaca Rodrigo Figueroa, sociólogo y académico del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile y entrenador de fútbol profesional. ‘La sociedad, poco a poco, ha ido asumiendo que quienes forman parte del seleccionado están desarrollando una carrera profesional en torno al fútbol. Esto es de una importancia enorme, porque permite ayudar a que el sistema institucional y organizacional que soporta el fútbol femenino deje de ser amateur’.

Tratar a la par el fútbol realizado por hombres como el de mujeres, fue una tarea que a Chile le costó. Recién hace una década la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) inició el Torneo de Fútbol Femenino. Pero ello no implicó igual reconocimiento.

Sin apoyo y con poca difusión, eran ignoradas. Valdés dice que eso responde a cierto de liderazgo masculino en el deporte, que siente que la práctica femenina es una invasión de su espacio. ‘No era algo abierto esa falta de apoyo, más bien ese silencio de que algo no importa, que no se habla. Quienes tienen el poder, ocupan el silencio, la invisibilidad como herramienta’.

Aquello cambió en 2018. Lograron lo que ellas destacaron como un triunfo sin apoyo institucional: el segundo lugar en la Copa América Femenina. Después vino la visualización y el reconocimiento y la creación de la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (ANJUFF), que preside Iona Rothfeld.

Y si bien el fútbol femenino arrancó con fuerza desde los años 90, el jugar en la Copa Mundial femenina en Francia este mes, ayudará a estimular más interés y promover lo que están haciendo las futbolistas chilenas, destaca la historiadora feminista y académica de la Escuela de Historia de la Universidad Diego Portales, Hillary Hiner.

La selección femenina y su desarrollo, dice Figueroa, son un símbolo y un hecho que ayuda a la cristalización de la profesionalización del fútbol femenino en Chile. ‘Hoy la profesionalización de las jugadoras chilenas sigue siendo incipiente y precario, pero el éxito de la selección, más allá de lo deportivo, está permitiendo tener un perfil y definiendo la línea institucional para la profesionalización de la actividad’.
Tarjeta roja a los estereotipos

El aporte de lo logrado por las futbolistas chilenas dice Hiner, es un avance. ‘El otro día estaba escuchando en la radio sobre esto de los álbumes de láminas de la roja femenina y como hubo eventos para intercambiar láminas entre niñas. Me pareció genial’, agrega.

‘Ojalá, ayude a que el mundo futbolístico aquí no sea tan masculino y heterosexista’, indica Hiner. El fútbol femenino en otros países señala, ha sido un lugar bastante abierto a la presencia de jugadoras lesbianas. ‘Para dar sólo un ejemplo, recién dos seleccionadas de EE.UU. anunciaron públicamente que se comprometieron. En ese sentido, me encanta la figura de la futbolista chilena Fernanda Pinilla, que se ha declarado públicamente como lesbiana y feminista. Hay que ser muy valiente para hablar de eso, porque, para ponerlo en comparación, no hay ningún futbolista latinoamericano, en ninguna selección abiertamente gay (hasta donde yo sepa)’.

Los estereotipos y el machismo de cómo ellas eran vistas en la cancha, es algo que por mucho tiempo debieron enfrentar. Una mirada que se apreciaba, por ejemplo, en las caricaturas, que las mostraban tanto, destacando sus atributos sexuales, como criticándolas por trasgredir los roles de género y desviarse de sus rasgos ‘femeninos’.

‘Pienso en todas las amigas feministas, lesbianas o trans que, desde hace bastante tiempo, han organizado sus propias ‘pichanguitas’, adonde, y más allá del deporte, lo que se está organizando es un espacio en lo cual se trabaja y se legitima tanto el cuerpo como la mente, porque también son espacios políticos. Entonces, sí, me parece buenísimo que para las nuevas generaciones haya más conocimiento de estas deportistas y sus hazañas’, destaca Hiner.

La visualización de la selección femenina ha impactado ‘muchísimo en derribar lo que el movimiento feminista ha llamado la educación no sexista’, agrega Valdés. No hay tareas exclusivas de un género. ‘No puede ser que un juego sólo puedan hacerlo los hombres, es un aporte enorme a todos los niños y niñas que van viendo una sociedad más igualitaria. Es acercar los sueños de cuantas niñas’, subraya.

La selección es un activador emocional de las demandas por una igualdad de género real y material, coincide Figueroa.

La historia de todas las seleccionadas, dice, es una referencia de cómo se ejercen los procesos de discriminación en cuanto al género. Procesos que las han acompañado desde siempre, desde que manifestaron su deseo de practicar el fútbol. ‘Y mucho más en una sociedad como la chilena, que ha definido roles rígidos en cuanto a relación entre niños y niñas con el deporte a edades tempranas. Lo que ejemplifican las seleccionadas en cuanto a sus historias en torno a la práctica deportiva en torno al futbol, puede ser un impulso real para que niños y niñas en edades tempranas practiquen sin discriminación y diferenciaciones todo tipo de deportes’, dice.

Lo que hace años habría parecido incompatible, hoy es real: fútbol e igualdad de género van de la mano. ‘Las seleccionadas nacionales, algunas jugadoras profesionales y entrenadoras como Paula Navarro se han convertido en líderes no sólo de la profesionalización de su actividad, sino también en cuanto a resaltar la necesidad de avanzar en una agenda política y económica en torno a la igualdad de género. El éxito de la selección y la agenda por igualdad de género se refuerzan mutuamente’, sostiene Figueroa.

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