Cristián Castro, director de la Escuela de Historia UDP, obtuvo beca como investigador visitante en la Universidad de Tokio

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05 / 08 / 2019

Académicos Eiji Kuwabara, Cristián Castro y Jiro Tomari.

Al finalizar el primer semestre del 2019, el director de la Escuela de Historia UDP, Cristián Castro, realizó una estadía de investigación en el Earthquake Research Institute de la Universidad de Tokio, gracias a una beca destinada a investigadores y profesores visitantes. Luego de esta pasantía de investigación, el académico llevará a cabo un estudio comparado de la circulación de conocimientos sismológicos entre Japón, Chile, Estados Unidos e Italia. En esta entrevista, entrega detalles de su proyecto.

¿Cómo se gestó esta beca?

Esta beca es parte de un concurso internacional que tiene la Universidad de Tokio, para profesoras e investigadores visitantes. El Earthquake Research Institute (ERI) se centra en financiar investigación en sismología y vulcanología sobre distintos lugares del mundo, y reúne a un selecto grupo de expertos de distintas áreas y disciplinas. Dentro de estas disciplinas también consideran a las ciencias sociales, y en este caso particular, a la madre de todas las ciencias, la historia. El proceso de selección es bien riguroso, y es juzgado por expertos de estas distintas áreas del conocimiento.  Uno tiene que postular con un proyecto para pasar algunos meses o un semestre investigando; así que postulé con un proyecto bastante ambicioso de historia global que vengo trabajando hace unos años sobre el origen de la sismología moderna desde una mirada comparativa y transnacional.

¿En qué consiste el proyecto de investigación?

Lo que estoy tratando de hacer es mapear el origen de la sismología moderna a partir de una investigación que cubre distintos polos de desarrollo de conocimiento sobre terremotos, como es el caso de Japón, Estados Unidos, Chile e Italia. Para el caso de Japón, centré mi estadía de investigación en el terremoto de Kanto de 1923, el terremoto más desastroso de la historia de Japón. Inevitablemente tuve que realizar una suerte de arqueología del conocimiento sobre terremotos en Japón previo al terremoto del 23, por lo que tuve que estudiar más a fondo las raíces históricas de una cultura sísmica única en el mundo. Espero poder publicar algún artículo que se haga cargo de esa tradición sísmica previa a los desastres más modernos, como el de principios de siglo XX. Sin embargo, mi foco fue el terremoto de Kanto, y la fundación del Earthquake Research Institute de la Universidad de Tokio en 1925. Es ese proceso de institucionalización y sistematización de conocimiento sobre terremotos lo que me permite comparar y contrastar esa experiencia con procesos que se llevaron a cabo en otras latitudes, como California en Estados Unidos, o Chile.

¿Dónde nace el interés por estudiar estas temáticas?

Este proyecto tiene su origen hace varios años mientras realizaba una investigación sobre historia urbana en los archivos de la biblioteca Bancroft de la Universidad de California, Berkeley. En ese archivo encontré un documento de principios del S.XX que gatilló una reflexión comparativa y transnacional de la circulación de expertos y saberes sobre terremotos en el mundo. A partir de ese documento pude construir una rúbrica comparativa que me ha permitido repensar ciertos procesos que la historiografía tradicional a estudiado desde las limitaciones ontológicas del estado-nación como unidad de análisis básica para entender la producción de conocimiento. Este tipo de temáticas permiten tensionar ciertas lógicas tácitas que siguen rondando a la historiografía nacional, como, por ejemplo, el excepcionalismo chileno (político, geográfico, incluso racial). Repensar a Chile dentro de la cuenca del pacífico, permite desarmar las lógicas que han operado al analizar a Chile como actor sudamericano, latinoamericano o incluso americano. El utilizar una unidad de análisis geo-histórica poco común, como el llamado Pacific Rim, o cuenca del pacífico, ubica a Chile en otra jerarquía dentro de las dinámicas centro-periferia wallersterianas.  Muchas veces nos pensamos como distantes de las metrópolis productoras de conocimiento, y esto no siempre es tan cierto. Sin ir más lejos, Chile está a la vanguardia en construcción anti-sísmica, por nombrar una dimensión del proyecto.

¿Cuál es el aporte de esto a la Escuela de Historia?

En primer lugar, este proyecto es financiado por fondos internacionales muy competitivos, eso en sí lo hace un aporte. Además de esto, me parece que la Escuela de Historia consolida su internacionalización a partir de proyectos como este, no solo desde el punto de vista de la temática del proyecto, sino también a partir de las redes académicas internacionales que se forman y consolidan. Tenemos convenios con destacadas universidades de Estados Unidos, Latinoamérica y Europa, y este tipo de proyectos nos permiten explorar nuevas alianzas con universidades del prestigio de la Universidad de Tokio, una de las mejores de Asia. Por otro lado, nuestra escuela hace especial énfasis en la historia transnacional y global en su malla curricular. Y este proyecto responde a esas dos dimensiones de nuestro perfil de egreso. Primero, aboga por el carácter eminentemente transnacional de la producción de conocimiento de las llamadas ciencias exactas y sociales. Y, segundo, se hace cargo de repensar la historia de los terremotos desde la perspectiva de la historia global, la cual se ha convertido en el campo más dinámico e innovador de la disciplina, focalizándose en la conectividad del mundo como su punto de partida para el estudio de ciertas temáticas, como, por ejemplo, la historia de los terremotos.