Columna de Rodrigo Espinoza: Desafíos para una institucionalidad en crisis

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Rodrigo Espinoza - El Mostrador

28 / 03 / 2024

No es descabellado pensar que la ciudadanía el día de hoy se siente sumida en un caos. Los acontecimientos de los últimos días refuerzan esta sensación, principalmente a raíz de los últimos sucesos en torno al caso Audios y por las disputas internas de poder en el seno del Senado. Todo ello en una crisis de seguridad y un panorama económico relativamente frágil que requiere respuestas rápidas por parte de la autoridad.

El panorama no es alentador, especialmente para aquellos que creen que estos problemas se solucionarán con más presupuesto. Para aquellos optimistas, es importante subrayar que el Consejo Fiscal Autónomo hace unas semanas fue enfático al señalar que la deuda pública representa el 39,8% del PIB, cifra que pone en aprietos a un Estado que requiere de recursos frescos para políticas públicas y cuyas preocupaciones también están centradas en la falta de inversión pública. En concreto, es inviable que el Estado siga financiándose por medio de más deuda.

En otro frente, la corrupción sigue corroyendo las bases de nuestro sistema institucional. La renuncia y posterior prisión preventiva de del exdirector de la PDI, Sergio Muñoz, muestran que la corrupción no solo se encuentra localizada en el ámbito municipal, sino que también ha involucrado a funcionarios públicos de alto nivel, lo que sin duda dañará todavía más la confianza de las personas en las instituciones públicas.

La política tampoco se queda al margen de este panorama. Por una parte, las luchas internas para conformar la mesa del Senado dejan en evidencia el distanciamiento existente entre las elites políticas y la ciudadanía, al no comprender esta última cómo la organización de una Cámara impacta en sus vidas. Más allá de las causas que llevaron a la ruptura del acuerdo administrativo, las confianzas entre las élites parlamentarias se encuentran rotas, por lo que resulta complejo alcanzar compromisos creíbles que permitan sacar adelante las principales urgencias legislativas.

Por otro lado, no olvidemos que se avecina una oleada de elecciones a partir de este año, siendo las más relevantes de este 2024 las municipales y para 2025 las presidenciales y parlamentarias. De momento, en el plano municipal, solo hemos sido testigos de cómo los partidos políticos negocian cupos, pero poco sabemos acerca de qué proyecto país ofrecen. Dicho de otro modo, hemos visto bastante de politics (política) y poco policy (políticas públicas).

Los hechos mencionados son algunos signos del estado en el que se encuentran algunas de nuestras instituciones públicas. Sin embargo, hay espacio para la acción. El Gobierno debe cambiar su enfoque, esencialmente dejar de pensar que todo problema estructural se resuelve con política en lugar de gestión.

Con esto no me refiero al abandono total de la política por la tecnocracia, sino a encontrar un punto de equilibrio entre ambas para alcanzar acuerdos, pero al mismo tiempo llevar adelante una gestión pública más eficiente al interior de la administración pública. Del mismo modo, nuestra clase política debe aprender de los errores del pasado, especialmente de los acontecimientos ocurridos durante la pandemia, cuando por motivaciones electorales el Congreso empujó al Gobierno anterior a generar gastos más allá de las capacidades del Estado. Hoy nuestro país está pagando las consecuencias de dichas decisiones, por lo que resulta imprescindible que la élite parlamentaria no se deje llevar por pasiones o aspiraciones de corto plazo.

Los tiempos que vivimos sin lugar a dudas son de mucha incertidumbre. No obstante, son fundamentales el orden, la transparencia y la confianza dentro de las instituciones públicas. Necesitamos un Gobierno que se aboque de lleno a la gestión pública eficiente, que sea buen intermediario para recomponer las confianzas en el Congreso, con el fin de mirar los problemas país en lugar de las disputas de poder sin proyecto alguno. Asimismo, nuestra clase política debe actuar racionalmente y no dejarse llevar por aspiraciones electorales.

Estos son algunos elementos que pueden llegar a aportar para que el país pueda navegar seguro en medio de una tormenta perfecta. Hoy nos encontramos en una situación crítica, pero con posibilidades de recuperarnos y reemprender el rumbo.

Por Rodrigo Espinoza, director de la Escuela de Administración Pública UDP, en El Mostrador.