Juan Carlos Medel - El Dínamo
29 / 07 / 2020
Hace algunos días, el economista y ex ministro de Hacienda Andrés Velasco escribió una columna para El Mercurio criticando la aprobación del retiro del 10% de las AFP y la participación de políticos de derecha en dicha reforma constitucional. A su juicio, dichos políticos habrían sucumbido a prácticas populistas que amenazan la institucionalidad política del país. Velasco, que alguna vez quiso ser presidente, reproduce opiniones sobre un supuesto “populismo” en ascenso en Chile.
No obstante, su uso del concepto repite la carencia de análisis y rigurosidad que otras figuras políticas exponen al utilizar la palabra. En su columna no hay ninguna intención por poner en contexto histórico dicho concepto; mucho menos se aprecia motivación alguna para reflexionar el “populismo” desde una perspectiva histórica que le de peso al concepto y lo respalde con experiencias políticas pasadas.
Lo cierto es que, como es evidente, el concepto asusta a muchos. Es utilizado constantemente por medios de comunicación y políticos que no parecen preocupados entenderlo. Muchas veces se le utiliza para definir gobiernos y líderes políticos que tienen más tintes de fascistas que de populistas propiamente tal (los casos de Trump, Orbán en Hungría, y Bolsonaro, por ejemplo).
Así, el concepto aparece como un comodín del mundo liberal para criticar y desarticular todo proyecto o práctica política que se aleje de la institucionalidad establecida, la democracia representativa y el modelo económico neoliberal. Todo lo que no encaje en el status quo político actual es “populismo”.