Cuando no sepas qué hacer, anuncia un ministerio

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03 / 06 / 2018

El día que debe realizar la primera cuenta pública de su segundo gobierno, el Presidente Sebastián Piñera debiera fijar postura respecto de cuál cree él debe ser el tamaño ideal del Estado. Un gobierno de derecha que presumiblemente cree que las soluciones vienen más de un mercado bien regulado que de un Estado productor, no debiera pensar que la solución a cualquier problema es la creación de una nueva institucionalidad estatal. Por eso, mientras más anuncios que realice hoy Piñera apunten a hacer crecer el tamaño del Estado y reproducir institucionalidad que ya existe, más lejos quedará su administración del ideal de un gobierno amigable con el mercado e ideológicamente de derecha.

En la campaña presidencial de 1999, el entonces candidato de la Concertación Ricardo Lagos prometió que reduciría el número de ministerios. Su primer gabinete ministerial contó con 16 ministros, aunque había tres jefes de servicios adicionales —Energía, Cultura y Sernam— con rango ministerial. Lagos nombró a un biministro en Vivienda y Bienes Nacionales, otro en Obras Públicas y Transportes, y a un triministro en Economía, Minería y Energía. El objetivo del Presidente era reducir el número de puestos en el gabinete para mejorar la eficiencia en la administración pública. Pero entonces el país no era el mismo en el que ahora vivimos. Lagos asumió el poder en un contexto de crisis económica y su gobierno buscó introducir una férrea disciplina fiscal. La adopción de la regla del superávit estructural del 1% buscaba hacer que el Estado chileno gastara menos de lo que ingresaba a las arcas fiscales.

El inicio del período de boom de los commodities comenzó a generar muchísimos recursos para el Estado a través de las ganancias de Codelco y de los mayores ingresos por impuestos recaudados por la boyante actividad económica que los años de vacas gordas produjeron en el país. De hecho, al final de su período, Lagos terminó con más ministros de los que comenzó. A su vez, el siguiente gobierno de la Concertación, presidido por Michelle Bachelet, se preocupó más de promover la paridad de género en el gabinete que de reducir el número de ministros. De hecho, Energía y Medio Ambiente adquirieron rango de ministerios.

Al llegar al poder la derecha, pareció contagiarse del ímpetu por crear nuevos ministerios. Piñera presidió sobre la creación del Ministerio del Deporte. En el segundo gobierno de Bachelet se crearon dos ministerios: Mujer y Equidad de Género, y Cultura, Artes y Patrimonio. Aunque está recién iniciándose, el segundo gobierno de Piñera pasará a la historia como la administración que creó el Ministerio de Ciencia y Tecnología, que fue una iniciativa que envió Bachelet en su segundo período.

Así, 18 años después de que Lagos intentara reducir el número de ministerios de 16 a 12, el país ha pasado de tener gabinetes con 19 miembros (entre ministros y jefes de servicio con rango de ministros), a tener uno que pronto incluirá 24 ministros. Si comparamos con países presidencialistas desarrollados, el número de ministros en Chile es menor que Brasil (29), pero más alto que Francia (16) o Estados Unidos (15, aunque hay otros siete jefes de servicio que a menudo son considerados como equivalentes a ministros).

Resulta fácil entender por qué los gobiernos de izquierda, que ideológicamente creen que las soluciones a los problemas del país pasan por la acción del Estado, promuevan la creación de nuevos ministerios. Es más difícil entender por qué un gobierno de derecha, que presumiblemente cree que la actividad privada impulsa el crecimiento y que el Estado debe tener un rol regulador más que un papel activo en la provisión de servicios y en el funcionamiento de los mercados, también recurra a la creación de ministerios como la vía para enfrentar problemas que considera importantes o para suplir falencias en áreas prioritarias.

Cuando los líderes no saben cuál es el camino a seguir, a veces optan por la solución fácil de anunciar la creación de un nuevo ministerio. En su primer discurso ante el país, el Presidente Piñera dejará en claro cuál es la verdadera ideología que inspira su accionar. En la medida que sus anuncios se centren en medidas que tomará el Estado para promover la competencia, con marcos regulatorios apropiados, su discurso será consecuente con la ideología de libre mercado que inspira a la derecha —y que, por cierto, también inspiró a la Concertación en sus primeros tres gobiernos—. Pero en tanto los anuncios de Piñera pasen por la creación de nuevas burocracias estatales que se sumen —más que remplacen— a burocracias ya existentes, entonces el discurso del único Presidente de derecha que ha tenido Chile desde el retorno de la democracia no podrá sino ser interpretado como un mensaje que se cuelga de ideas de izquierda, que creen que los problemas del país se solucionan creando más burocracia.

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