En dos años, migrantes hacinados aumentaron en más de 90 mil a lo largo de todo el país

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27 / 08 / 2018

La mayoría de los foráneos viviendo en esta condición se encuentran en las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Metropolitana. 

Una cantidad de 2,5 o más personas por dormitorio. Ese es el criterio con que se define cuándo una persona vive o no en condiciones de hacinamiento y, según el análisis que realizó Techo-Chile en torno a los resultados de la encuesta Casen 2017, un 20,6% de los hogares de inmigrantes se encuentra en esa situación.

La cifra triplica a la que se da entre los hogares chilenos, donde los investigadores de la organización identifican un 6,5%.

Según estos datos, 208.768 extranjeros vivirían en todo el país hacinados, la mayoría en las regiones de Arica y Parinacota, Antofagasta y Metropolitana. Hace solo dos años, eran 118.889 los foráneos en estas condiciones.

Sebastián Bowen, director ejecutivo de Techo-Chile, advierte que sufrir este tipo de problemas puede empujar a las familias a buscar otras alternativas habitacionales informales. “Los campamentos son de alguna manera el síntoma de lo que se vive al interior de las propias viviendas”, plantea.

Las causas

“El problema no es la población inmigrante. Son los abusos y vulneraciones de derecho que suceden por las condiciones de vulnerabilidad e informalidad en que muchos se encuentran”, dice el sociólogo. Los altos valores de alquiler y las barreras para acceder a un arriendo en el mercado formal serían algunos de los factores que dejarían más expuestos a los inmigrantes.

Walter Imilan, antropólogo e investigador de la U. Central, atribuye los resultados a cambios más profundos que han ocurrido en el mundo inmobiliario y de la vivienda: “Ha habido un incremento explosivo de los precios y a quienes más afecta esto es a los vulnerables, a la clase media y a gente sin redes de apoyo”.

Sara Correa, académica de la escuela de Sociología de la U. Diego Portales, alerta que las dificultades en la calidad de las viviendas también se ven acompañadas, muchas veces, de segregación: “Se ha producido una especie de segmentación del mercado del arriendo. Se ofrecen viviendas solo para migrantes o solo para chilenos”.

Otras soluciones habitacionales

Para Bowen, la respuesta al hacinamiento podría pasar por la creación de un nuevo tipo de opción habitacional. “Muchas familias migrantes que están recién llegando o chilenas que no tienen dinero para un arriendo, necesitan una solución más transitoria”, propone.

“Tenemos que avanzar en programas asociados a esa transitoriedad, que tiene que ver con familias migrando de un país a otro, o de una ciudad a otra, o de una vivienda en que estaban hacinados a otro lugar, mientras buscan trabajo o juntan dinero para una solución más definitiva”, sostiene.

Imilan agrega que los arriendos protegidos -como el modelo que se trabaja en Recoleta, con la llamada “inmobiliaria popular”- podrían ser una opción. “No es la idea hacer viviendas solo para inmigrantes, lo que vas a generar ahí es estigmatización. Pero sí hay que buscar soluciones, y una buena solución para ellos probablemente lo será también para los chilenos”, asegura el académico e investigador.

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