“Casi se puede decir que ‘somos todos populistas’ (en cierto grado)”

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24 / 10 / 2017

DSC_7437“Me parece que el populismo en Sudamérica sí está en retirada: la revolución bolivariana está en crisis; el kirchnerismo perdió el poder, igual que Correa en Ecuador”, asegura Alan Knight, profesor de Historia Latinoamericana en la Universidad de Oxford e invitado a la cátedra Norbert Lechner de la Universidad Diego Portales. Según él, “una excepción, tal vez, es Bolivia —donde el régimen de Evo Morales tiene una base más firme, quizás más al estilo de los populismos ‘clásicos’ del pasado, con Cárdenas y Perón—”. Sin embargo, advierte: “El año que viene hay elecciones en México, donde, hasta ahora, no ha habido un Presidente netamente populista desde hace décadas, y el actual favorito, Andrés Manuel López Obrador, con su flamante partido Morena, podría ganar, en parte gracias a las provocaciones de Trump. Y si ‘gana, tendremos a populistas por ambos lados de la frontera, en la Casa Blanca y Los Pinos; lo que promete —en palabras de la famosa maldición china— ‘tiempos interesantes'”, agrega.

¿En qué tipo de sociedades el populismo cala mejor? ¿En Europa, EE.UU. o Latinoamérica?

El populismo existe en todas; de hecho, cuando y donde existe la democracia de masas está siempre la tentación de tener recursos del discurso o al estilo populista, para granjear popularidad y ganar votos. Hay populismos de derecha, de izquierda y de centro; muchos políticos coquetean con el populismo sin ser 100% populistas. Es decir, es un rasgo recurrente, casi inevitable en sistemas políticos competitivos. Se puede comparar con los regímenes autoritarios y oligárquicos del pasado: Diego Portales —que yo sepa— no tenía nada de populista; tampoco lo tenían Bismarck o el duque de Wellington en la Europa decimonónica. Pero en el siglo veinte se ha vuelto más común: casi se puede decir que hoy en día ‘somos todos populistas’ (en cierto grado). En Europa, el populismo de derecha se ve claramente en el este y el norte del continente; el populismo izquierdista en los países mediterráneos.

¿Es el populismo una alternativa para aquellos que no se ven representados por el sistema político?

Claro. Y el fenómeno actual es una reacción a las políticas de austeridad que se han llevado a cabo en los últimos diez años, y que han resultado en el estancamiento de los salarios reales, la falta de empleo para la juventud (Grecia, España) y el empeoramiento de las condiciones económicas en las regiones donde la industria pesada tradicional ha desaparecido (Gales y el noreste de Inglaterra; el llamado ‘rust belt’ del Medio-Oeste norteamericano, donde Trump ganó en 2016).

Como dice José María Lassalle, del PP español y autor del libro “Contra los Populismos”: ¿Los populismos buscan construir una tensión amigo-enemigo, crear una artificial división?

Los populismos típicamente florecen en tiempos de polarización sociopolítica que ellos mismos fomentan, muchas veces con un discurso demagógico de ‘ellos’ contra ‘nosotros’. Y este discurso suele apuntar a blancos que, en realidad, son irrelevantes, o a fenómenos más que nada superficiales: pensar que el Brexit solucionará —en vez de empeorar— los problemas económicos del Reino Unido es pura ficción, y el discurso de Trump —aparte de ser muy contradictorio— también se enfoca en blancos arbitrarios e irrelevantes —inmigrantes mexicanos, musulmanes, los medios supuestamente mentirosos— y propone soluciones completamente irracionales e inútiles: construir el muro, cancelar el Tratado con Irán, etc. Pero hay que tomar en cuenta que sí existen hondas divisiones y desigualdades en estas sociedades, especialmente después de diez años de austeridad, por tanto los agravios sociales no son ficticios, aunque sí lo son las soluciones propuestas por los populistas, especialmente los derechistas.

¿Cómo una persona, independiente de su clase social, puede llegar a sentirse representante de ese ser social?

Entre los muchísimos líderes populistas que ha habido, la gran mayoría han fracasado. ¡Claro, se puede decir lo mismo de muchos políticos no populistas!: es decir, han fracasado o en su búsqueda del poder o en su gestión gubernamental. Por otro lado, hay —como ya mencioné— populismos más constructivos y por tanto duraderos, como el Cardenismo y el Peronismo de los cuarenta y cincuenta.

Leer entrevista en La Segunda