Los desafíos que dejó el refichaje de militantes de los partidos políticos

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02 / 05 / 2017

 

Claudio Fuentes, académico de la Escuela de Ciencia Política UDP.

Analistas coinciden en que el proceso fue un ejercicio positivo y que el sinceramiento del padrón evidenció que los emergentes no canalizan el descontento ciudadano.

El inédito proceso de refichaje que impuso a los partidos políticos las normas implementadas a partir del informe de la comisión anticorrupción que lideró Eduardo Engel -y que finalizó a mediados de abril-, no sólo permitió sincerar el padrón de las colectividades chilenas y evidenciar lo alejados que estaban de sus bases. De paso, dejó al descubierto el desafío que deberán sortear para atraer a una población que mira con recelo a sus autoridades y, con ello, colaborar, en alguna medida, a superar la crisis que afecta a la democracia representativa.

Y aunque el reto es grande, pues las cifras confirman la baja que aqueja la afiliación a las entidades llamadas por ley a canalizar la participación ciudadana y contribuir al sistema democrático, el proceso dejó algo “positivo”, coinciden los analistas: los partidos lograron alcanzar la meta pese a ser una de las instituciones peor evaluadas en el país.

“Antes del refichaje la cifra era de casi 900 mil personas que militaba en algún partido y eso representaba alrededor del 6% o 7% del total del padrón electoral. Hoy estamos hablando de cifras bajas, que evidencian una crisis de desafección”, dice el cientista político del Instituto Libertad, Pablo Rodríguez.

Sin embargo, agrega, “no creo que esto sea una nueva mala noticia para los partidos. La mala noticia está instalada desde hace un par de años en la política chilena”.

Un panorama que reafirma la Oficial del Programa de Gobernabilidad del PNUD, Marcela Ríos, quien subraya que desde hace mucho tiempo que se está produciendo “una pérdida de sentido del rol de los partidos en el funcionamiento de la democracia”, a lo que también contribuyó la Ley de Partidos Políticos elaborada por el régimen militar donde las colectividades “eran concebidas como instituciones de derecho privado y cuya única función era competir en las elecciones, no tenían ni facultades ni financiamiento para hacer educación cívica”, dice.

En ese sentido, la experta añade que si bien el refichaje “transparentó algo que sabíamos y que es más agudo de lo que muchos pensaban”, pues a la luz de los datos solo cerca del 3,2% de la población participa en partidos, siendo la tasa más baja de América Latina y los países OCDE, también mostró que aquellas colectividades con más tradición, historia y prácticas democráticas más arraigadas como elecciones de directivas y de órganos resolutivos internos tuvieron menos dificultades para completar el proceso.

“Ni cerca de canalizar el enojo”

Y si el panorama para los partidos tradicionales es tan complejo como desafiante, parece ser más preocupante para los emergentes, que pese a presentarse como una alternativa para aquellos ciudadanos desafectados con sus antiguas colectividades, en algunos casos apenas lograron constituirse en el mínimo de regiones exigido por la ley (tres continuas u ocho discontinuas) y en otros aún deben completar el proceso.

La directora ejecutiva de la Fundación Chile 21, Gloria de la Fuente, afirma que “el refichaje sincera la realidad y anda cerca o supera, para los partidos tradicionales, respecto de lo que había sido la participación en elecciones internas. (Mientras) que para los partidos emergentes también sincera una realidad y es que no están ni cerca de ser quienes canalizan el enojo de la ciudadanía, porque sus resultados en inscripción no son mejores”.

En la misma línea, el académico de la Escuela de Ciencia Política de la UDP, Claudio Fuentes, advierte que “es evidente que los partidos tradicionales requieren repensar el tipo de vínculo que tienen con los electores, que a la fecha es más bien instrumental”. Pero, acota, “la crítica a partidos tradicionales aún no se traduce en una irrupción clara de nuevas fuerzas, dadas las dificultades de estas últimas de lograr afiliados”.

El reencuentro

Así, como concuerdan en que el refichaje resultó ser un buen ejercicio para saber también cuánto pesa cada uno de los partidos y para reencontrarse con sus bases, los analistas coinciden en que las nuevas reglas del juego, más transparencia y democracia interna son una oportunidad. Esto implica “renovar su oferta política y de rostros”, dice De la Fuente; “elevar los estándares de probidad”, agrega Rodríguez; y “trabajar para representar intereses de sectores de la sociedad que sean reales, no pueden ser grupos de cúpulas, tienen que efectivanmente ser capaces de entender cuáles son las demandas de la ciudadanía y ser correas transmisoras”, concluye Ríos.

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