El desgano: la fuerza que moviliza a votar por Piñera

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07 / 09 / 2017

alfredo joignantClaudio Fuentes, académico de la Escuela de Ciencia Política UDP.

En octubre de 2009, a dos meses de la elección presidencial, el candidato Sebastián Piñera se ubicaba en 8º lugar entre los personajes políticos en la encuesta del CEP, con 43% de menciones positivas y 36% de menciones negativas. El 53% de la muestra consideraba que Piñera sería Presidente de la República, el 32% decía que le gustaría como Presidente de la República, el 36% se inclinaba por él si las elecciones fueran el próximo domingo y, con voto de urna para segunda vuelta, el 44% se inclinaba por Piñera en contraste con el 37% que obtenía Frei.

En septiembre de 2017, a dos meses de las elecciones presidenciales, las cosas no son muy distintas para el candidato Piñera en la misma encuesta. Ahora se ubica en el 2º lugar en la evaluación de personajes políticos, pero con un 40% de menciones positivas y 36% de menciones negativas –es decir, con menos menciones positivas y exactamente igual en menciones negativas–.

Su mejor posicionamiento no se debe a sus atributos, tampoco a sus méritos (que existen), sino que a la ausencia de atributos positivos de otros actores políticos, partiendo por sus adversarios, así como a la “escandalosa” situación en la que se han colocado el Gobierno (nadie se lo pidió), lo que queda de la Nueva Mayoría (con su distancia emocional con el candidato Guillier, quien nada hace para revertirlo) y el Frente Amplio en periodos de estrechamiento retórico (con su triste disputa interna).

En esta oportunidad, el 56% cree que Piñera se convertirá en Presidente (apenas 3 puntos más), al 31% le gustaría que fuese Presidente (el mismo porcentaje de 8 años atrás) y el 33% votaría por él si las elecciones fuesen el domingo (¡3 puntos menos que en 2009!).  En segunda vuelta, y enfrentado a Guillier, el 39,5% se inclinaría por Piñera y el 31% por Guillier. Es decir, en esta oportunidad obtiene 5 puntos menos que en el año 2009.

En otras palabras, los votantes piñeristas no se muestran particularmente entusiasmados con su figura, pero se encuentran lo suficientemente movilizados para asentar una percepción subjetiva de que será él el próximo Presidente, no obstante el desgano. Ante esto, el contraste ofrecido por sus rivales es de una rara crueldad, todos embargados por el desfinanciamiento, la desmovilización y el pesimismo.Las cifras nos señalan algo que debiera llamar la atención: aunque se intensifica levemente la percepción de que será el próximo Presidente de la República, su evaluación como personaje político se mantiene estática; la propensión a votar por él es prácticamente idéntica e, incluso, puesto en escenarios de segunda vuelta, la inclinación a votar por él se reduce en 5 puntos.

A dos meses de las elecciones, el problema entonces no es un supuesto “fenómeno Piñera”, que no existe, sino más bien la carencia de una alternativa política en la Nueva Mayoría, la Democracia Cristiana, el PRO o el Frente Amplio, que concite la atención ciudadana. Dicho de otro modo, la candidatura de Piñera está bien posicionada, no por las virtudes de su candidatura sino por la debilidad famélica de las candidaturas alternativas.

Es en este sentido  que la próxima elección presidencial será una contienda extraña, asimétrica en los recursos de campaña, predecible a más no poder y de resultado en ningún caso reservado. La historia puede repetirse dos veces, poco importa si como tragedia o como comedia.

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